El cirujano cardiovascular sevillano y nuevo presidente de la Academia de Medicina de Sevilla advierte de la infiltración de las grandes compañías farmacéuticas en muchas revistas científicas especializadas y pronostica que todas ellas «sacarán pastillas contra el Covid en los próximos meses»
Carlos Infantes (1944) se licenció en Medicina en la Universidad de Sevilla y se formó como cirujano cardiovascular junto al profesor Ramiro Rivera, pionero en injertos aorto-cardiacos en Andalucía. Estudió e investigó en el Stanford University Medical Center, Santa Clara Valley Medical Center, los dos en California, y en Hospital Sainte-Justine pour les Enfants de Montreal (Canadá). Realizó su tesis doctoral sobre válvulas cardiacas en la Universidad de Stanford, donde conoció a uno de sus maestros, el doctor Norman Shumway. Ha sido durante 32 años jefe de Servicio de Cirugía Cardiovascular del Hospital Universitario Virgen Macarena y durante 18 profesor de la Facultad de Medicina de Sevilla. Es miembro de la Sociedad Española de Cirugía Cardiovascular, académico correspondiente de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla y Premio Galeno de la Fundación del Colegio de Médicos de Sevilla. Hace unos días fue elegido presidente de la Academia de Medicina de Sevilla.
¿Las revistas científicas tienen a veces comportamientos de tipo mafioso con los trabajos que los investigadores les envían?
No voy a decir mafioso, pero sí que actúan como un «lobby», de tal manera que, si una compañía farmacéutica quiere un trabajo de investigación en una universidad de prestigio, tienen, lógicamente, que correr con los gastos de esa investigación, generalmente muy costosa, y pone todo tu interés en que los resultados sean muy buenos. Los comités editoriales de las grandes revistas están compuestos, en un alto porcentaje, por miembros de universidades donde estos trabajos se realizan y que son las que influyen en las decisiones de salud pública sobre medicamentos. Como investigador individual o dependiente de una universidad con pocos recursos, por muy bueno que sea tu trabajo, tendrá menos probabilidades de acceso a publicaciones de gran impacto.
¿Cómo es el «modus operandi» de las farmacéuticas?
La Universidad de Harvard y muchas otras, tienen su propia revista para publicar los trabajos de su profesores e investigadores y si alguien ajeno quiere publicar en esa revista le invitan a hacer un master allí. Algo que resulta carísimo. Pero si cualquier compañía farmacéutica potente quiere que se investigue sobre alguno de sus medicamentos va a Harvard, o a la universidad que le interesa, y le dice que quiere investigarlo allí. Harvard, por ejemplo, le da un presupuesto para usar sus instalaciones y realizar esa investigación, digamos 10 ó 15 millones de dólares, para unos tres años. Y después de esa inversión, es más probable que, al igual que ocurre en las tesis doctorales, rara vez el resultado es netamente contrario a la premisa inicial.
¿Siempre se salen con la suya?
No digo eso, pero sí que con esa forma de proceder la revista es más proclive a que ese ensayo sea publicado. No digo que falseen las cosas porque hay muchos ensayos que quedan en nada, pero cuando una compañía invierte 20 millones de dólares en un medicamento se esfuerza más porque sus efectos positivos salgan reflejados en un artículo. Esto es una simbiosis y cuando hay tanto dinero por medio es más fácil que salga el trabajo adelante.
¿Nos han colado algunas cosas que no son ciertas con el Covid?
Con las vacunas nos han colado algunas cosas que no son ciertas y muchas de las personas que nos la han colado sabían que no eran completamente ciertas. No se nos ha dicho toda la verdad, por ejemplo, el porcentaje de eficacia de las vacunas. El 94 por ciento de protección del que se hablaba al principio se ha demostrado que no es cierto. Ni con una dosis ni con dos; y con la tercera dosis ya veremos. Yo lo quiero es que no se engañe y se diga la verdad y si no se sabe, admitir que no se sabe, porque la incertidumbre crea desconfianza; y la desconfianza, rechazo. Yo ya llevo mis tres dosis puestas, pero no me gusta que se engañe a la sociedad. Los datos están ahí y no son los mismos que al principio. Hay que insistir en la necesidad de vacunarse y de que las vacunas son eficaces contra el coronavirus, pero no como se dijo al principio. El principal garante de nuestra salud somos nosotros y debemos tener mucho cuidado y no confiarlo todo a las vacunas ni a las derivas cambiantes de la información.
¿Las cifras de la incidencia y contagios tampoco son reales?
Las cifras oficiales de contagiados por cada cien mil habitantes son falsas. Para decir tal cosa tendríamos que hacer el test a 100.000 personas tomadas al azar. Si lo hacemos sólo a los que van a un centro de salud porque tienen fiebre o tienen miedo por tener un familiar enfermo, el dato no es extrapolable a 100.000, porque está sesgado. No entiendo cómo informadores y contertulios bien formados lo transmiten sin pudor. Creo que hay muchísimos más contagiados de los que aparecen en las cifras oficiales y es sabido que muchos lo habremos pasado como un resfriado.
¿Qué cree que va a pasar con los tratamientos contra el Covid una vez que la pandemia se convierta en endemia?
Creo que nos van a vender muchas pastillas como ocurrió en su día con el el frenadol o el ibuprofeno para los resfriados o los dolores de cabeza o de otro tipo. Creo que todos los grandes laboratorios van a acabar sacando alguna pastilla para el Covid y, siendo útiles, supondrán un gran negocio. Está claro, no obstante, que entre no hacer nada y hacer algo es mejor hacer algo, pero hay que decir la verdad sobre sus efectos.
¿Los intereses económicos están por encima de la salud pública?
No siempre, pero en muchos casos están por encima de la verdad.
¿Tiene sentido llevar mascarilla en la calle cuando no hay ninguna aglomeración?
No tiene mucho sentido, aunque yo me la pongo por no pasar la vergüenza de que me llamen la atención. A todos los pacientes que me preguntan siempre les digo que lo que es importante es no estar demasiado cerca de la otra persona y no hablar a la cara del otro. Y también hablar bajo porque si tú toses, estornudas o gritas, puedes hacer llegar el virus al otro mucho más fácilmente.
¿Que no se pueda fumar en espacios abiertos tiene sentido?
Eso sí, porque al echar el humo le estás lanzando aerosoles. El tabaco es factor de riesgo de multitud de enfermedades y me parece el factor de riesgo más estúpido del mundo.
Varios inmunólogos y expertos en salud pública han advertido que tantas vacunas contra el Covid en tan poco tiempo pueden afectar al sistema inmunitario. ¿Cree que hay presiones de las compañías que las producen para que se pongan más dosis?
Si tenemos una fábrica de pienso y al lado tenemos una granja de animales y viene alguien, y empieza a darle maíz a los animales, la fábrica de pienso deja de fabricar. Eso ocurre con las glándulas suprarrenales que fabrica los corticoides. Si a un paciente le damos corticoides durante mucho tiempo, esas glándulas disminuyen su producción y cuando llega el momento de que actúen no siempre están están en condiciones de seguir. Lo que estamos haciendo con tanta vacuna es favorecer la capacidad inmunológica del organismo, pero a costa de debilitar nuestra capacidad de generar anticuerpos. Lo que advierten estos inmunólogos y expertos es que el sistema inmunitario se debilita y puede terminar no reaccionando adecuadamente ante cualquier otra enfermedad. Recuerdo lo que ocurrió con la talidomida que se recetó a las embarazadas en los años sesenta y los miles de personas que se vieron afectadas. No digo que sea todo por dinero, pero de alguna manera influye.
¿Ese« modus operandi» se extiende también a la aprobación de las tesis doctorales?
¿Conoce usted alguna tesis doctoral en la que el quien la hace diga que después de varios años no se ha confirmado algunos parámetros del presupuesto del que partía? Si uno dice que quiere llegar a un sitio, es decir, a una conclusión, en el total o en aspectos parciales, llegara y estos serán los más resaltados en las conclusiones
Usted la hizo en la Universidad californiana de Stanford, una de las más prestigiosas de Estados Unidos.
Así es. Tuve a mi disposición en el Veterans Administration Hospital de Palo Alto, la planta quinta de investigación, donde tuve la ocasión de disponer de más de 300 perros en un año para congelar las válvulas aorticas, criopreservarlas y comprobar la reproducción celular tras la congelación implantándolas posteriormente en otros perros. Frecuentemente teníamos que hacer una serie de escritos para conseguir lo que se denomina grants a través de los cuales recibíamos los recursos para continuar la investigación y que dependía de los resultados que íbamos danto. Estos fondos son los que las compañías que querían investigación pagaban para conseguir sus datos. Hoy día, con la investigación que se llevó a través de mi tesis y la de otros compañeros, se ha creado el sistema de criopreservación de los que la compañía Cryolife es buen ejemplo. Estoy convencido que los precios de sus productos están justificados por la enorme inversión realizada en investigación. Este trabajo era compatible con otros procesos de investigación como la preservación de los corazones para ser trasplantados, lo que nos permitía mantener un corazón de perro latiendo en una bolsa de plástico alimentado por la sangre de otro perro y trasplantarlo al día siguiente a un tercer animal. Así paulatinamente la Universidad de Stanford describió el sistema útil para el trasplante cardíaco que consiguió que cuando hicimos los primeros trasplantes podríamos tardar una hora y media en realizar la intervención. Tras varios años, la simplificación, permitía realizarlos en 45 minutos de tiempo sin que el corazón recibiese oxígeno. Es evidente que los «fellows» no cobrábamos más que la cantidad estipulada para nuestra propia formación, pero la cantidad de información y satisfacciones profesionales eran infinitas. Y los gastos incalculables.