El 9 de mayo, como todos los años, se celebró el Día Internacional de la Cirugía Cardiovascular. El origen de esta distinción es la conmemoración de un hecho que ocurrió el 9 de mayo de 1967 y que cambió el futuro de esta especialidad: la realización del primer injerto aortocoronario con vena safena (la conocida como cirugía de by-pass coronario o revascularización miocárdica).
Este evento histórico fue realizado por René Favaloro en la Cleveland Clinic, y cambió el destino, desde entonces hasta ahora, de millones de personas que antes no tenían a su alcance un enfoque terapéutico tan eficaz.
Más de medio siglo después, en plena pandemia por el SARS-CoV-2, este hecho, su desarrollo y la propia evolución de la especialidad cobra un especial interés.
A lo largo de 53 años, muchas cosas han cambiado en la Cirugía Cardiovascular. A mediados de los años sesenta del siglo pasado, las intervenciones quirúrgicas sobre el corazón conllevaban un riesgo muy elevado. Esto obligaba a una selección estricta por parte de los equipos médicos para elegir a los pacientes que estaban en condiciones de poder afrontar dichos peligros, de forma que era muy raro intervenir a un paciente por encima de los 60-65 años y, por descontado, aquellos con patología asociada tenían muchas posibilidades de ser descartados.
La cirugía endovascular
Con el tiempo, los avances científicos y el desarrollo de nuevas técnicas, estas limitaciones se han ido reduciendo enormemente, hasta poder ofrecer opciones terapéuticas a la inmensa mayoría de los pacientes. Así, hemos pasado de una cirugía cuyos beneficios solo podían aplicarse a unos pocos, a una especialidad que sólo en casos muy extremos no puede ofrecer alguna alternativa.
En esa línea, y con una relevancia que nos recuerda a la del impacto de las primeras cirugías coronarias, cabe destacar el desarrollo de las técnicas endovasculares e híbridas. Este enfoque, cuyo desarrollo ha ido madurando a lo largo de los últimos años, permite que los equipos del corazón (o heart teams) puedan ofrecer soluciones a pacientes que, por su edad o patología concomitante, no eran subsidiarios de intervenirse hace unos pocos años.
Caso especial es el de la técnica TAVI (implante de válvula aórtica transcatéter), que está revolucionando la terapia de la estenosis aórtica severa. Este enfoque, que ya lleva unos años madurando, consiste en la inserción de una prótesis valvular aórtica plegada, por vía percutánea o con miniincisiones, a través de una arteria seleccionada (femoral, axilar, carótida, aorta…) o directamente a través del ápex cardiaco.
La técnica, que permite el implante valvular sin necesidad de circulación extracorpórea y no obliga a parar el corazón, ha abierto la posibilidad de que pacientes con problemas asociados o edades extremas puedan tener un tratamiento sin el cual las perspectivas eran muy desfavorables.
La menor invasividad de las técnicas endovasculares, además, conlleva una reducción notable del tiempo previsto de estancia en UCI, lo cual permite optimizar los recursos sanitarios.
Tal es el impacto de la técnica TAVI que la Sociedad Española de Cirugía Cardiovascular y Endovascular (Secce) ha creado un grupo de trabajo sobre ella, condensando información, tanto para pacientes como para profesionales, en un portal específico: TAVISPAIN. En él, dicho grupo de trabajo irá difundiendo la evolución de este enfoque terapéutico, cuyas indicaciones siguen evolucionando a día de hoy.
A partir de ahí, y echando la vista atrás hacia el primer by-pass coronario, no es difícil pensar que, dentro de unas décadas, nuestros herederos podrán también considerar este periodo -la generalización de las técnicas endovasculares- como el momento en el que la Cirugía Cardiovascular pudo ofrecer soluciones a millones de pacientes que, hasta entonces, no podían beneficiarse de ella.