Investigadores del hospital Reina Sofía, del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic) y de la Universidad de Córdoba (UCO) están trabajando en un modelo de corazón artificial que sería pionero en Europa, ya que solo existe en todo el mundo un modelo similar en Estados Unidos, según señala el jefe de Cirugía Cardiovascular del hospital Reina Sofía, Ignacio Muñoz, que dirige al grupo impulsor del proyecto.
El sistema, explica Muñoz, se diseñó en Alemania, como parte de un proyecto de una universidad y de una empresa de ingeniería de ese país, con las que el grupo, denominado GA09 De Patología Cardiovascular, que dirige este especialista, comenzó a colaborar hace unos años.
La pandemia provocó un retraso importante en esta investigación y estos investigadores quieren ahora retomar la iniciativa y asumirla como propia. Ignacio Muñoz señala que «el diseño se gestó en Alemania y llegamos a un acuerdo con sus impulsores para realizar su desarrollo clínico en Córdoba. En estos momentos, queremos acordar con los promotores alemanes el proceso de transferencia de esa tecnología, para continuar con su desarrollo en el Reina Sofía y en el Imibic». Este especialista expone que en Córdoba ya se han hecho cinco intervenciones con este prototipo en modelos animales con un resultado favorable, por lo que ahora se quiere continuar efectuando más pruebas que impliquen que este dispositivo de corazón artificial de asistencia circulatoria consigue un resultado más a largo plazo. De forma, que este sistema pueda suponer un tratamiento permanente y definitivo.
El ingeniero biomédico del Imibic e integrante de este grupo Juan José Ferres señala que la financiación para esta investigación sería público-privada, ya que se trataría de obtener fondos de instituciones públicas y de convocatorias a nivel mundial, europeo, nacional o regional. Ferres recalca que con este dispositivo se persigue mejorar la calidad de vida de los pacientes y que puedan hacer una vida prácticamente normal. Este modelo no implica la extracción del corazón dañado del paciente y la implantación de un corazón artificial permanente, sino que es un dispositivo de asistencia circulatoria que se coloca entre el ventrículo izquierdo y la aorta para ayudar a mejorar la función cardiaca de pacientes con insuficiencia cardiaca grave.
La duración de este dispositivo podría ser superior a los diez años, tiempo equivalente a la supervivencia media que aporta un trasplante cardiaco. El sistema estaría indicado como tratamiento transitorio para pacientes que están a la espera de un trasplante (que suele considerarse la primera opción de abordaje de la insuficiencia cardiaca terminal) y también como un tratamiento tecnológico definitivo. Este modelo podría contribuir a reducir la lista de candidatos a un trasplante de corazón. La única limitación en la que trabaja este grupo es en intentar eliminar el cable que aporta la energía al dispositivo, para que pueda funcionar sin cables.
Juan José Ferres recuerda que las enfermedades cardiovasculares supusieron el primer motivo de muerte durante el pasado año en España, por encima del cáncer, de ahí la importancia clínica de contar con este modelo.
Este ingeniero biomédico indica que las patologías cardiovasculares han crecido aún más durante la pandemia del covid, debido al mayor sedentarismo en la población, a lo que el doctor Muñoz añade que el covid también influye en las enfermedades cardiovasculares, destacando los casos de trombosis que se han detectado en algunos pacientes que han sufrido la infección.