El pasado 4 de marzo, el Editor Jefe de la Journal of the American College of Cardiology publicó un editorial titulado “The Essencial Role of Cardiovascular Surgery in Cardiology”1. Más que una reflexión, las a penas dos páginas y media de su extensión suponen un auténtico ejemplo de gratitud, reconocimiento y unidad sinceras entre dos especialidades hermanas.
A lo largo del manuscrito, el Dr. Krumholz realiza un reconocimiento a algunas de las figuras más célebres, tanto americanas como europeas, que han contribuido al desarrollo de la cirugía cardiovascular y cuyos hallazgos han establecido las bases para el intervencionismo percutáneo. Ejemplos como el de Blalock-Taussing-Thomas, la escuela del Hospital Universitario de San Raffaele o, por añadir otros que no se incluyen en el trabajo, como la colaboración Favaloro-Sones, constituyen verdaderos proto-Heart Teams, dinámicas de trabajo conjuntas que, hoy en día, se dan por normalizadas.
En palabras del propio autor, “los pacientes esperan, y merecen, que los cirujanos y cardiólogos colaboren sin problemas”. El objetivo de este tipo de colaboración consiste, no solo en la definición del mejor plan de actuación para proporcionar tratamiento al paciente, sino que además, este sea el mejor posible. Partiendo de la necesaria discusión de cada caso clínico, no parece entonces prudente que sean entonces las especialidades de forma tan autónoma e individual las que puedan proporcionar en todos los casos el tratamiento óptimo, sin contar casi nunca una con la otra.
Este hecho parte de la errónea, me atrevo a bautizar, “realidad española”, en la que los procedimientos terapéuticos a los que se asigna al paciente quedan, necesariamente relacionados con una u otra especialidad. Pasos como la formación troncal de especialistas de nuestro sistema de Médicos Internos Residentes parece, más hoy que nunca, ser necesaria. Pero, mientras vemos llegar este nuevo modelo de “superespecialistas híbridos”, los pacientes siguen necesitando de tratamientos aquí y ahora. Y los profesionales que estamos en activo, debemos ser los responsables de proporcionárselos.
En esta realidad, la rigidez de la organización asistencial, egos profesionales, intereses partidistas de la industria biomédica y otros múltiples factores hacen que, nuestra realidad española choque con el paradigma fuera de nuestras fronteras. Y es que, retornando al editorial motivo de comentario, la ejemplar colaboración societaria americana entre la ACC y las sociedades quirúrgicas STS y AATS resulta, como mínimo, envidiable. Fruto de esa sintonía, surgen trabajos como el presente. Es cierto que, dicho sistema de concordia se ve favorecido por un sistema de reembolso que exige la participación de ambos tipos de profesionales donde, nuestro país, también es una excepción. Y, obviamente, ningún sistema es perfecto ya que en dichos contextos ya surgen voces críticas como el equipo de la Dra. Chikwe2, que indican la excesiva extensión de las indicaciones del intervencionismo estructural frente a escenarios clínicos donde, la cirugía, atesora evidencia sobradamente probada de buenos resultados.
En definitiva, el Heart Team, culmen de la colaboración de cardiología y cirugía cardiovascular y su traducción en programas conjuntos de intervencionismo estructural, han permitido “revolucionar los resultados clínicos para los pacientes, avanzar más allá de los límites de la ciencia” y, lo que es más importante, “redefinir lo que es posible en medicina”. A este efecto, el papel de los cirujanos en esta sinergia resulta esencial en la prevención y resolución de dificultades y complicaciones durante los procedimientos. La natural visión holística del paciente junto a su incorporación a las técnicas percutáneas, convierte al cirujano en el profesional capaz de proporcionar la alternativa terapéutica más adecuada en función de las condiciones clínicas del enfermo. Y su idiosincrasia colaboradora con otros profesionales (cardiólogos, anestesiólogos, médicos intensivistas, médicos rehabilitadores y fisioterapeutas, enfermeras, médicos internistas, etc.), necesarios para cualquier proceso quirúrgico, los hace especialmente valiosos e integrables dentro de una dinámica de trabajo multidisciplinar.
En definitiva, la unión, entendida como el vínculo que implica a diferentes profesionales en el tratamiento de un paciente, que es el verdadero centro asistencial y nexo común; es imprescindible. Este hecho se refleja en el Heart Team, sitio de decisión colegiada, con la correspondiente implicación médico-legal para aquellos grupos que deciden no trabajar bajo su auspicio. Sin embargo, la sinergia, el verdadero trabajo conjunto y multidisciplinar que culmine en la integración de los cirujanos en las unidades de tratamiento de cardiopatía estructural, es necesario para alcanzar la excelencia en el tratamiento de la patología cardiovascular. De lo contrario, equipararse a la realidad fuera de nuestras fronteras, no será posible para ninguna de las especialidades hermanas.
1. Krumholz HM, Mori M, Geirsson A. The Essential Role of Cardiovascular Surgery in Cardiology: A Perspective From JACC. J Am Coll Cardiol. 2025 Mar 4;85(8):785-787. doi: 10.1016/j.jacc.2025.01.016.
2. Alabbadi S, Bowdish ME, Sallam A, Tam DY, Hassan I, Kumaresan A, Alzahrani AH, Iribarne A, Egorova N, Chikwe J. Transcatheter versus Surgical Aortic Valve Replacement in Patients Younger than 65 Years in the US. J Thorac Cardiovasc Surg. 2025 Jan 9:S0022-5223(25)00002-9. doi: 10.1016/j.jtcvs.2024.12.025.