«Cuando ves por primera vez una cirugía de corazón, te engancha a la primera. Es una cirugía preciosa, espectacular». Así recuerda sus inicios en la profesión el jefe de servicio de cirugía cardiaca del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo, Juan José Legarra.
Su especialidad es una de las operaciones de corazón más complejas que se hacen: la cirugía aórtica. «El corazón se asemeja a un motor, una bomba de riego que bombea sangre al cuerpo. Funciona con un sistema de tuberías y la principal es la aorta», explica este médico, que además es presidente de la Sociedad Española de Cirugía Cardiovascular y Endovascular (SECCE).
Dentro de este grupo, más complicada aún es la intervención del arco aórtico, «que está relacionada con una parte muy delicada del cuerpo, el cerebro. Tenemos que operar logrando la parada circulatoria en el paciente y manteniendo la circulación en el cerebro con un sistema extracorpóreo, durante no más de una hora».
«Cuando ves por primera vez una cirugía de corazón, te engancha a la primera. Es una cirugía preciosa, espectacular». Así recuerda sus inicios en la profesión el jefe de servicio de cirugía cardiaca del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo, Juan José Legarra.
Su especialidad es una de las operaciones de corazón más complejas que se hacen: la cirugía aórtica. «El corazón se asemeja a un motor, una bomba de riego que bombea sangre al cuerpo. Funciona con un sistema de tuberías y la principal es la aorta», explica este médico, que además es presidente de la Sociedad Española de Cirugía Cardiovascular y Endovascular (SECCE).
Dentro de este grupo, más complicada aún es la intervención del arco aórtico, «que está relacionada con una parte muy delicada del cuerpo, el cerebro. Tenemos que operar logrando la parada circulatoria en el paciente y manteniendo la circulación en el cerebro con un sistema extracorpóreo, durante no más de una hora».
Dos personas entran al Centro de Salud de Lavapiés, a 5 de enero de 2024, en Madrid.
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Uno de los mayores problemas que suelen llevar a una persona al quirófano en estas circunstancias es la dilatación de la aorta por la presión arterial. Aunque también puede deberse a una disfuncionalidad congénita o a la rotura del tejido de la pared de la arteria.
Son operaciones delicadas, «porque está en juego la vida de la persona», nos recuerda Legarra. Pero eso no quiere decir que sean una lotería. «Hoy en día, tomando en cuenta al global de los pacientes, la mortalidad por cirugía del corazón es menos del 3%. Incluso, en operaciones más comunes, como el baipás coronario en pacientes con angina de pecho o infartos, la tasa es inferior al 1%».
Los pacientes quieren operaciones menos invasivas
La menor agresividad de las intervenciones es la tendencia más destacada en la última década en el campo de la cirugía cardiaca, según nos confía este experto. «Cada vez se busca emplear procedimientos menos invasivos».
Así, la cirugía videotoracoscópica se emplea, por ejemplo, en recambios o reparación de válvulas mitrales o aórticas y en la extracción de tumores ventriculares. Consiste en insertar una pequeña cámara de vídeo e instrumentos quirúrgicos a través de una o varias incisiones, llamadas puertos, en la pared torácica.
«El siguiente paso en la evolución es el uso de un brazo robótico que el cirujano humano maneja en una especie de consola», apunta. «El robot no tiene por qué ser tan fino como el cirujano, ni tiene su sensibilidad para ajustar cada movimiento a la situación concreta. La ventaja es que no se cansa y hace el movimiento exacto que le ordenas».
Por estas cuestiones, es un método que «está todavía bastante controlado, se está avazando con pies de plomo, porque la de corazón es una cirugía muy delicada. En Europa solo se practica en un puñado de hospitales. En España, solo en uno, donde trabaja un cirujano especializado en operar con robot, en el Hospital Clínic Universitari».
Otra tecnología que, aunque aún está en pañales, va a abrir muchas posibilidades es la inteligencia artificial aplicada al diagnóstico y la prevención, apunta Legarra. «A partir del análisis del electrocardiograma, podrá detectar probabilidades de que una persona tenga un problema cardiovascular».
Como salir a jugar al Bernabéu
Este cirujano que lleva veinte años salvando vidas reconoce que es una profesión «muy dura, porque las intervenciones son largas, los residentes tienen que trabajar mucho y formarse mucho tiempo y la responsabilidad es grande. Entrar al quirófano es como ir a jugar al Bernabéu: tienes mucha presión, todo el mundo –cirujanos ayudantes, anestesistas, enfermeras, equipo de reanimación– está pendiente de lo que haces. Si lo haces mal, el paciente no sale del quirófano».
Aun así, habla con pasión de la otra cara de la moneda y recuerda su primer paciente cuando todavía estaba formándose como residente. «Cuando ves en la cama de la UCI a alguien que no se puede mover, le pones un trasplante y, a los dos días ves que ese corazón está funcionando y que esa persona está desayunando tranquilamente y va a poder hacer una vida que antes no podía, la cirugía cardiaca te enamora».
Eso sí, siempre es mejor prevenir que curar. «Tener buenos hábitos dietéticos, hacer ejercicio moderado y no fumar ni consumir tóxicos aporta un gran beneficio a nivel poblacional y reduce las probabilidades de tener que pasar por un quirófano».