[ACTUALIZACIÓN]
El funeral tendrá lugar el lunes 30 de noviembre, a las 20:00horas, en la iglesia de la Parroquia de San Francisco de Borja.
PP. Jesuitas.
Calle de Maldonado 1
28006 Madrid.
El pasado martes, otro buen amigo, Jorge Martinell, nos ha dejado tras sufrir un infarto de miocardio y una rotura ventricular como las muchas que todos hemos intentado reparar durante nuestra vida profesional, intentado y no tantas con éxito, especialmente en la cara inferior. Todos hemos visto atlas y artículos de cómo reparar esas lesiones tan desagradables con un miocardio frágil y en situación hemodinámica tan crítica. Magníficas ilustraciones que pocas veces podemos reproducir en el quirófano. Y esta, desafortunadamente, no fue la excepción. A pesar de los esfuerzos de todos sus colegas en la Blackrock Clinic de Dublín donde desde hace unos años trabajaba, no fue posible. Una semana de lucha para terminar con un paro irrecuperable.
Decir algo de Jorge quienes lo hemos conocido es casi imposible sin dejar algo en el tintero. Podríamos usar tantos adjetivos positivos de su persona como tienen la lengua castellana, la catalana, la francesa, la inglesa o la alemana, idiomas que Jorge aprendió con esfuerzo y hablaba con fluidez. Pero en momentos duros como este, los resumiría diciendo que fue una buena persona por encima de todo.
Excelente cirujano que supo formarse en los albores de nuestra especialidad junto a quien realizó la primera extracorpórea en España, Gregorio Rábago, en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, en tiempos de Norberto González de Vega y otros pioneros. Pero también en Estados Unidos, en Alemania, en Italia…Siempre con ansias de aprender mas.
Fue miembro de numerosas sociedades nacionales e internacionales de la especialidad y Editor del Journal que siempre conocimos como el verde, por su portada. Enamorado de la cirugía de la aorta desde que pasó un tiempo con Paolo Biglioli en Milán y poco dado a las florituras quirúrgicas y menos las semánticas. Pero por donde pasaba, además de huella, dejaba amigos. Grandes amigos.
Ninguno podremos olvidar sus chistes ni su risa cuando antes de contarlos ya contagiaba a su auditorio. Lo opuesto del impasible Eugenio. Los contaba disfrutándolos, compartiéndolos con todos. Sus llamadas de teléfono podían ser de una hora o mas.
Y cosa significativa: nunca era para hablar mal de nadie. Todo lo contrario. Cuando terminabas lo veías todo mas divertido, mas amable y positivo.
Congresos, viajes, esquí en Zurs y Lech, noches de verano en Mallorca, cenas en Madrid o en Barcelona, todo lo que compartías dejaba un recuerdo imborrable y agradable.
Creo que cuando hablé con Sara, su esposa, tras conocer el desenlace, se me encogió hasta el alma. A Emilio Saura y a Montse, seguro que también.
Incluso escribir estas líneas me cuesta; pero quisiera, cuando menos, dejar constancia de lo muy querido que ha sido Jorge, incluyendo los poco dados a estas demostraciones -para algunos sensibleras- como los propios irlandeses, cuya despedida, además de con lágrimas y formando un pasillo como se hace cuando los equipos ganan un importante trofeo, nos dan un ejemplo de cómo profesionales de la sanidad en aquellas latitudes reconocen el trabajo bien hecho y la bonhomía de sus colegas.
Descansa en paz, George. Todos te recordaremos con cariño.