La cirugía cardíaca mínimamente invasiva utilizando tecnología robótica estaba reservada hasta ahora a los pacientes adultos. Esto ha cambiado. El hospital Sant Joan de Déu, en Barcelona, ha realizado operaciones de este tipo a niños, por primera vez en España. Y han resultado un éxito: menos tiempo de ingreso y recuperación mucho más rápida.
Este programa quirúrgico pionero forma parte de la nueva alianza entre los hospitales Clínic y Sant Joan de Déu para la constitución del Centro de Patologías Congénitas, que se encargará del seguimiento de los pacientes durante toda su trayectoria vital, desde el nacimiento hasta la vejez.
Con sede en los dos hospitales, para pacientes pediátricos y para adultos, el centro dispone de un equipo de 23 profesionales que incluye a cardiólogos, cirujanos cardiovasculares, pediatras o anestesiólogos.
“Estamos avanzando mucho en una atención integral e integrada de estos pacientes a lo largo de su vida”, ha explicado el conseller de Salut, Manel Balcells, en la presentación del nuevo centro. Cada año nacen en Catalunya 600 niños con patologías congénitas que requieren tratamiento, ha precisado.
Entre los niños nacidos con estas malformaciones en el corazón y los grandes vasos, un tercio son casos graves y un tercio requieren cirugía en el primer año de vida, ha explicado el cirujano Daniel Pereda, director del centro. Unos 10.000 adultos viven en Catalunya con malformaciones congénitas, una patología que afecta al 1% de los nacimientos. Gracias a los avances de las últimas décadas, el 95% de estos niños llegan a la edad adulta, pero con necesidades muy específicas.
La cirugía mínimamente invasiva o apoyada en la robótica es habitual en los adultos. El Clínic acumula 243 intervenciones de este tipo, que evita abrir todo el tórax y fracturar el esternón de los pacientes: para acceder a los órganos se practican dos pequeñas incisiones.
La medida del instrumental, diseñado para los adultos, y de los pacientes ha venido dificultando la aplicación de esta tecnología en los niños. Pero ahora los profesionales han desafiado los límites y han realizado las primeras cinco operaciones pediátricas. La primera paciente con cirugía robótica fue una niña del País Vasco de 13 años. El segundo, el catalán Iu Teixidó.
Un hermano de Iu, también con una cardiopatía congénita, fue intervenido con la técnica convencional. “Tenía mucho miedo porque él tiene una cicatriz muy grande”, ha explicado hoy el paciente, de 15 años. Hace dos meses de la operación y puede hacer vida normal, no toma ninguna medicación y practica fútbol. “Le preocupaba si podía hacer mortales para celebrar los goles. Puede. Está completamente recuperado. No tiene limitación de nada, que es nuestro objetivo cuando tratamos a los pacientes”, ha afirmado Esther Aurensanz, especialista en cardiología infantil.
Iu Teixidó, intervenido hace dos meses, juga a fútbol y hace una vida completamente normal
En tres de las intervenciones realizadas los profesionales han optado por una cirugía toracoscópica, consistente en pequeñas incisiones en el tórax para introducir un dispositivo con una cámara de vídeo y los instrumentos necesarios para la intervención.
En los otros dos casos los doctores han optado por la cirugía robótica. Los candidatos a someterse a esta tecnología son los que sufren problemas interauriculares que no puedan resolverse con un cateterismo, problemas en las válvulas mitral o tricúspide o tumores cardíacos.
La previsión es operar mediante robot a una docena de pacientes al año y empezar con una actividad anual de 20 cirugías toracoscópicas. El límite mínimo actual para los candidatos es de 6 años y 30 kilos de peso. «Una barrera tecnológica que evolucionará a lo largo de los años», según Pereda.
Previamente, los pacientes son sometidos a un proceso de selección para determinar la opción quirúrgica más conveniente. En el caso de los adultos, la cirugía robótica más frecuente es la reparación de la válvula mitral y los pacientes reciben el alta en 3 o 4 días, en contraste con los 12 días de hospitalización de la cirugía convencional.
Los resultados son los mismos, lo que cambia es la agresión que se lleva a cabo, que repercute en los plazos de recuperación y en las posibles complicaciones de la cicatrización.