Amigos y compañeros rinden tributo al cirujano cardiovascular gaditano Antonio Ordóñez, toda una «institución» en el Hospital Virgen del Rocío y el Instituto de Biomedicina de Sevilla.
El cariño, el agradecimiento y el respeto ganado a pulso durante cerca de 40 años han hecho posible en el Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS) un acto del todo atípico: El homenaje sorpresa que compañeros de su grupo de investigación han querido brindar al cirujano cardiovascular Antonio Ordóñez Fernández (Puerto Real, 1949) por su vasta trayectoria profesional en el Hospital Virgen del Rocío, tanto en lo asistencial como jefe de Servicio de Cirugía Cardiovascular, como en la rama investigadora, liderando desde 1990 el grupo Fisiopatología Cardiovascular del IBIS; pero también en la docencia por su cátedra de Cirugía en la Universidad de Sevilla. «No es una despedida, es un homenaje en agradecimiento a todo lo que le debe el hospital, el IBIS y la Universidad de Sevilla», se pudo oír en repetidas ocasiones entre los asistentes al acto que dedicaron unas palabras al homenajeado.
Y es que, en el IBIS y el Virgen del Rocío, el doctor Ordóñez Fernández es considerado toda una «institución«. Y por eso, tras cuarenta años de ejercicio profesional, sus compañeros y amigos han querido brindarle un caluroso homenaje a toda una vida de trabajo en quirófanos y laboratorios en la que es «su segunda casa», el Instituto de Biomedicina de Sevilla. Hasta allí se desplazaron un buen número de amigos y compañeros dispuestos a demostrar el cariño que sienten hacia este cirujano, que recordaron sus muchos años de dedicación y profesionalidad ejemplar, pero también acudieron familiares y amigos de toda la vida, a los que la pasión por su trabajo ha robado muchos días libres sin disfrutar y condicionado otros tantos.
Del doctor Antonio Ordóñez Fernández se puede decir que es el «padre» del trasplante cardíaco en Sevilla. Fue un 6 de enero, en 1991, y tuvo lugar en un quirófano del Hospital Virgen del Rocío donde el doctor Ordóñez formaba parte del equipo que alcanzó este hito junto al también cirujano Mauro Gil-Fournier, que logró trasplantar un corazón a un varón de 33 años que sufría una miocardiopatía hipertrófica. Desde entonces se han superado los 500. «Algo impensable entonces y él lo consiguió», destaca su compañera en el grupo de investigación y una de las artífices de este acto homenaje, Encarnación Gutiérrez, también cirujana cardiovascular del Virgen del Rocío. Pero hay más. Antonio Ordóñez es «el eje» de toda la cirugía cardíaca moderna de la que disponen hoy día los profesionales del Virgen del Rocío. «Es un pionero en avances de técnicas de cirugía cardíaca nuevas, las cuales, muchas de ellas, se están haciendo hoy en día gracias a que a él se le ocurrieron en un momento en el que eran impensables», añade.
Pero el doctor no sólo es un grande en su dedicación médica. Sus compañeros también lo definen como un «motivador» y un «estimulador» para creer en lo que él hacía y así hacérselo llegar a sus «pollitos» -como sus compañeros se han definido»- para que también siguieran haciéndolo. «Manteniendo viva la llama de la investigación», indicaron. Y, sobre todo, una persona «única por todo el cariño que es capaz de despertar en todo aquel que se le acerque». «En lo profesional habrá alguna otra persona por ahí como él, pero que sea así de querida dentro de una profesión, eso ya sí es toda una rareza. Y eso es lo que define a Antonio. Que, además de ser puntero y el mejor en lo que hace, tiene una humanidad y calidez única capaz de haber podido representar hoy aquí a todos los estamentos que pueda imaginarse desde cirujanos a anestesistas, cardiólogos, enfermeros, intensivistas, estudiantes… De todo eso sólo es capaz Antonio», argumenta el también compañero del homenajeado en el IBIS y jefe de sección de cardiología pediátrica del Virgen del Rocío, Israel Valverde.
En ese carrusel de emociones no faltó su intervención para agradecer el gesto. Sin palabras, emocionado, pero con el don de palabra que, según los presentes, siempre le ha caracterizado. «No sé cómo expresar lo que siento. Me acuerdo de que cuando empecé a ser cirujano siempre me decían que las emociones estaban en el corazón, que era donde estaban todos los sentimientos, pero, cuando hace 40 años tuve el primer corazón en mis manos y vi que era un músculo, dejé de creer en eso. Pero hoy he vuelto a creer en los sentimientos. Y los míos están hoy desbordados con vosotros», expresó el doctor ante un concurrido auditorio en el IBIS. A continuación, y en forma de conferencia, la que se había preparado para un grupo de alumnos de segundo de Medicina a la que el doctor creía que asistiría este jueves y que sus compañeros usaron de baza para darle la sorpresa, Ordóñez aprovechó para dar una charla magistral sobre la historia del trasplante de corazón que concluyó con un emotivo gesto de agradecimiento a los asistentes, pero sobre todo a sus compañeros, que, además, lo homenajearon con una placa de recuerdo.
Antes, la primera parte del acto tuvo su enfoque más institucional protagonizada por compañeros que han compartido aspectos de su trabajo, pero también de su vida. Es el caso del doctor José López Barneo, que aprovechó el momento para dar «gracias» a Antonio por su amistad. El que fuera primer director del IBIS desde su creación en 2006 reconoció el papel «fundamental» del doctor Ordóñez para su puesta en marcha. «No sólo contribuyó a su creación, sino que luego ha sabido alimentarlo como institución contribuyendo a la creación de los grupos de investigación clínica y experimental, que nos permitió construir este centro de investigación donde estamos hoy en día. Por lo que ha sido una pieza fundamental en todo este proceso que nos ha traído hoy aquí y que sin él no hubiera sido posible», destacó López Barneo. Por su parte, el doctor Rafael Fernández-Chacón, como actual director del IBIS, continuó en el hilo de elogios hacia la figura del cirujano homenajeado destacando el «cariño que despierta» y «la suerte de poder compartir trabajo y amistad» con él.
También tuvo sus palabras el doctor Tarik Smani Hajami, ahora responsable del grupo de investigación, y que agradeció «en nombre del grupo y del IBIS en general» sus años de dedicación. «No soy de muchas palabras, pero no hacen falta para transmitir el cariño que le tengo. Quiero seguir disfrutando de él. Desde cosas tan simple como tomar un café a otros momentos más importantes. Quiero seguir hablando de corazón y de su San Fernando», dijo Smani Hajami haciendo alusión a la tierra natal del doctor Ordóñez.
El acto finalizó dejando el protagonismo del homenajeado a un lado, que quiso enmarcar el momento junto a las siglas que le han dado tanto, las del IBIS, con una foto de familia a las puertas de las instalaciones para poner un broche final de lujo para un acto sin precedentes recientes.